Antología



Jorge Luis Borges, “El idioma analítico de John Wilkins”, en Otras inquisiciones (Obras completas II), Buenos Aires, Emecé, 1996 [1952], pp. 84-87.


He comprobado que la decimocuarta edición de la Encyclopaedia Britannica suprime el artículo sobre John Wilkins. Esa omisión es justa, si recordamos la trivialidad del artículo (veinte renglones de meras circunstancias biográficas: Wilkins nació en 1614, Wilkins murió en 1672, Wilkins fue capellán de Carlos Luis, príncipe italiano; Wilkins fue nombrado rector de uno de los colegios Oxford, Wilkins fue el primer secretario de la Real Sociedad de Londres, etc.); es culpable, si consideramos la obra especulativa de Wilkins. Éste abundó en felices curiosidades: le interesaron la teología, la criptografía, la música, la fabricación de colmenas transparentes, el curso de un planeta invisible, la posibilidad de un viaje a la luna, la posibilidad y los principios de un lenguaje mundial.

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En el idioma universal que ideó Wilkins al promediar el siglo XVII, cada palabra se define a sí misma.

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Las palabras del idioma analítico de John Wilkins no son torpes símbolos arbitrarios; cada una de las letras que las integran es significativa, como lo fueron las de la Sagrada Escritura para los cabalistas.

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Consideremos la octava categoría, la de las piedras. Wilkins las divide en comunes (pedernal, cascajo, pizarra), módicas (mármol, ámbar, coral), preciosas (perla, ópalo), transparente (amatista, zafiro) e insolubles (hulla, greda y arsénico). Casi tan alarmante como la octava, es la novena categoría. Esta nos revela que los metales pueden ser imperfectos (bermellón, azogue), artificiales (bronce, latón), recrementicios (limaduras, herrumbre) y naturales (oro, estaño, cobre). La belleza figura en la categoría decimosexta; es un pez vivíparo, oblongo. Esas ambigüedades, redundancias y deficiencias recuerdan las que el doctor Franz Kuhn atribuye a cierta enciclopedia china que se titula Emporio celestial de conocimientos benévolos. En sus remotas páginas está escrito que los animales se dividen en (a) pertenecientes al Emperador, (b) embalsamados, (c) amaestrados, (d) lechones, (e) sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esta clasificación, (i) que se agitan como locos, (j) innumerables, (k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, (l) etcétera, (m) que acaban de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen moscas.



Fritz Mauthner, Wörterbuch der Philosophie, trad. Silvia Dapía, Leipzig, Felix Meiner, 1923 [tomado de Silvia Dapía, “La presencia de Fritz Mauthner en el ensayismo de Borges”, en Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, 1995, vol. 21, n⁰ 42, p. 196].


Inmediatamente se ve que el contenido [de la clasificación] es secundario con respecto a la clasificación misma. Se puede ver además que todo sistema de conocimiento corresponde siempre al estado de investigación en el momento considerado, y precisamente porque todo sistema es fluido, es entonces también histórico.

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Y si la naturaleza pudiera reírse, como los hombres se ríen, entonces podría divertirse viendo cómo fuego y calor son definidos por los pobres hombres una y otra vez, siempre desde un punto de vista distinto: desde el punto de vista de la historia de la religión, del arte y de la técnica, de la psicología y la historia de la guerra, de la astronomía y la zoología, de la botánica y la mineralogía, de la medicina y la química, etc.



Michel Foucault, Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas, trad. Elsa Cecilia Frost, Barcelona, Planeta, 1985 [1966], Prefacio, pp. 1-2.


Este libro nació de un texto de Borges. De la risa que sacude, al leerlo, todo lo familiar al pensamiento —al nuestro; al que tiene nuestra edad, nuestra geografía—, trastornando todas las superficies ordenadas y todos los planos que se ajustan la abundancia de seres, provocando una larga vacilación e inquietud en nuestra práctica milenaria de lo Mismo y lo Otro. Este texto cita “cierta enciclopedia china” donde está escrito que los animales se dividen en “a) pertenecientes al Emperador, b) embalsamados, c) amaestrados, d) lechones, e) sirenas, f) fabulosos, g) perros sueltos, h) incluidos en esta clasificación, i) que se agitan como locos, j) innumerables, k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, l) etcétera, m) que acaban de romper el jarrón, n) que de lejos parecen moscas”.

En el asombro de esta taxinomia, lo que se ve de golpe, lo que, por medio del apólogo se nos muestra como encanto exótico de otro pensamiento, es el límite del nuestro: la imposibilidad de pensar esto.

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La monstruosidad que Borges hace circular por su enumeración consiste en que el espacio común del encuentro se halla él mismo en ruinas. Lo imposible no es la vecindad de las cosas, es el sitio mismo en el que podrían ser vecinas. Los animales “i) que se agitan como locos, j) innumerables, k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello” ¿en qué lugar podrían encontrarse, a no ser en la voz inmaterial que pronuncia su enumeración, a no ser en la página que la transcribe? ¿Dónde podrían yuxtaponerse a no ser en el no-lugar del lenguaje? Pero éste, al desplegarlos, no abre nunca sino un espacio impensable. La categoría central de los animales “incluidos en esta clasificación” indica lo suficiente, por referencia explícita a paradojas conocidas, que jamás se logrará definir entre cada uno de estos conjuntos y el que los reúne a todos en una relación estable de contenido a continente: si todos los animales repartidos se alojan sin excepción en uno de los casos de la distribución, ¿acaso todos los demás no están en éste? Y éste, a su vez, ¿en qué espacio reside? El absurdo arruina el y de la enumeración al llenar de imposibilidad el en donde se repartirían las cosas enumeradas. Borges no añade ninguna figura al atlas de lo imposible; no hace brotar en parte alguna el relámpago del encuentro poético; sólo esquiva la más discreta y la más imperiosa de las necesidades; sustrae el emplazamiento, el suelo mudo donde los seres pueden yuxtaponerse.



Beatriz Sarlo, Borges, un escritor en las orillas, Buenos Aires, Ariel, 1995, p. 28.


El proceso y las condiciones históricas de enunciación modifican todos los enunciados. El sentido es un efecto frágil (y no sustancial) relacionado con la enunciación: emerge en la actividad de escribir-leer y no está enlazado a las palabras sino a los contextos de las palabras. Ultima consecuencia de esta hipótesis, la productividad estética e ideológica de la lectura hace imposible la repetición. No hay modo de que un texto sea idéntico a su doble, no hay ningún espejo que ofrezca una transcripción exacta. Todos los textos son absolutamente originales, lo cual equivale a afirmar que ninguno puede aspirar a esta cualidad distintiva.

Fascinado por las traducciones (que son una modalidad más ardua de la transcripción), en sus comentarios sobre las versiones de Homero, Borges ya había descubierto que el congelamiento de un sentido sólo es posible cuando otro Sentido (divino, emanado de una autoridad indiscutible) fija para siempre el fluir de los textos. Si esto no sucede, los sentidos se recombinan sin orden jerárquico: el primer texto no es más original que su última copia y todos los textos son, en el límite, borradores.

La literatura se compone, entonces, de versiones. La paradoja de Pierre Menard pone en escena el proceso de la escritura llevándolo al límite del absurdo y la imposibilidad, pero haciéndolo, al mismo tiempo, visible. Esto, en el margen del Río de la Plata, equivale a reivindicar un nuevo tipo de colocación para el escritor y la literatura argentina, cuyas operaciones de mezcla, de libre elección sin “devociones” (para repetir la palabra que usa Borges) no tienen que respetar el orden de prelación jerárquica atribuido a los originales. Si ninguna originalidad puede ser reclamada por ningún texto, si todo sentido nuevo surge de la lectura o de la escritura en contexto, la inferioridad de “las orillas” se desvanece: el escritor periférico tiene las mismas prerrogativas que sus predecesores o sus contemporáneos europeos.



E. M. Cioran, “El último delicado”, trad. Rafael Panizo, en Ejercicios de admiración y otros textos. Ensayos y retratos, Barcelona, Tusquets, 1992, pp. 159-162.


París, 10 de diciembre de 1976

Querido amigo:

El mes pasado, durante su visita a París, me pidió usted que colaborara en un libro de homenaje a Borges. Mi primera reacción fue negativa; la segunda también. ¿Para qué celebrarlo cuando hasta las universidades lo hacen? La desgracia de ser conocido se ha abatido sobre él. Merecía algo mejor, merecía haber permanecido en la sombra, en lo imperceptible, haber continuado siendo tan inasequible e impopular como lo es el matiz. Ese era su terreno.

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Creo haberle dicho un día que si Borges me interesa tanto es porque representa un espécimen de humanidad en vías de desaparición y porque encarna la paradoja de un sedentario sin patria intelectual, de un aventurero inmóvil que se encuentra a gusto en varias civilizaciones y en varias literaturas, un monstruo magnífico y condenado.

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Nunca me han atraído los espíritus confinados en una sola forma de cultura. Mi divisa ha sido siempre, y continúa siéndolo, no arraigarse, no pertenecer a ninguna comunidad. Vuelto hacia otros horizontes, he intentado siempre saber qué sucedía en todas partes. A los veinte años, los Balcanes no podían ofrecerme ya nada más. (...) Lo que sucede en el Este de Europa debe necesariamente suceder en los países de América Latina, y he observado que sus representantes están infinitamente más informados y son mucho más cultivados que los occidentales, irremediablemente provincianos.

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A partir de ese momento me puse a reflexionar seriamente sobre la condición de Borges, destinado, forzado a la universalidad, obligado a ejercitar su espíritu en todas las direcciones, aunque no fuese más que para escapar a la asfixia argentina. Es la nada sudamericana lo que hace a los escritores de aquel continente más abiertos, más vivos y más diversos que los europeos del Oeste (...).

(…)

La curiosidad universal es signo de vitalidad únicamente si lleva la huella absoluta de un yo, de un yo del que todo emana y en el que todo acaba: comienzo y fin que puede, soberanía de lo arbitrario, interpretarse según los criterios que se quiera. ¿Dónde se halla la realidad en todo esto? El Yo, farsa suprema. El juego en Borges recuerda la ironía romántica, la exploración metafísica de la ilusión, el malabarismo con lo ilimitado. Friedrich Schlegel, hoy, se halla adosado a la Patagonia.

(...)

Una vez más, no podemos sino deplorar que una sonrisa enciclopédica y una visión tan refinada como la suya susciten una aprobación general, con todo lo que ello implica. Pero, después de todo, Borges podría convertirse en el símbolo de una humanidad sin dogmas ni sistemas, y si existe una utopía a la cual yo me adheriría con gusto, sería aquella en la que todo el mundo le imitaría a él, a uno de los espíritus menos graves que han existido, al último delicado.

Bibliografía



Jorge Luis Borges

“El idioma analítico de John Wilkins”

en Otras inquisiciones (Obras completas II)

Buenos Aires, Emecé, 1996 [1952]


Magdalena Cámpora y Javier Roberto González (eds.)

Borges – Francia

Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Católica Argentina/Selectus, 2011


E. M. Cioran

“El último delicado”

en Ejercicios de admiración y otros textos. Ensayos y retratos

trad. Rafael Panizo

Barcelona, Tusquets, 1992


Silvia Dapía

“La presencia de Fritz Mauthner en el ensayismo de Borges”

en Revista de Crítica Literaria Latinoamericana

1995, vol. 21, n⁰ 42

pp. 189-206


Dominique de Roux y Jean de Milleret (comps.)

Cahiers de l’Herne. Jorge Luis Borges

París, L’Herne, 1964


Michel Foucault

Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas

Prefacio

trad. Elsa Cecilia Frost

Barcelona, Planeta, 1985


Alain Jaubert y François Luxereau

“Jorge Luis Borges au Collège de France”

en CNRS Images

14 de enero de 1983

https://images.cnrs.fr/video/619

consultado el 20/02/2022


Fritz Mauthner

Wörterbuch der Philosophie

Leipzig, Felix Meiner, 1923

http://www.zeno.org/nid/20006181279

consultado el 13/02/2022


Sylvia Molloy

La diffusion de la littérature hispano-américaine en France au XXe siècle

París, PUF, 1972


Revista Sur

en Colecciones digitales de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno (Argentina)

https://catalogo.bn.gov.ar/

consultado el 20/2/2022