Selección de textos



Ética, Cuarta parte, Proposición 29.


Cualquier cosa singular, cuya naturaleza es totalmente diversa de la nuestra, no puede ayudar ni reprimir nuestra potencia de actuar, y, en general, ninguna cosa puede ser para nosotros buena o mala, a menos que tenga algo en común con nosotros.



Ética, Segunda parte, Proposición 39, corolario.


El alma es tanto más apta para percibir adecuadamente más cosas, cuanto más cosas tiene el cuerpo humano comunes con otros cuerpos.



Ética, Cuarta parte, Proposición 38.


Aquello que dispone al cuerpo humano de suerte que pueda ser afectado de muchos modos o que lo hace apto para afectar de muchos modos a los cuerpos exteriores, es útil al hombre, y tanto más útil cuanto más apto hace al cuerpo para ser afectado de muchos modos y afectar a otros cuerpos; y, al contrario, es nocivo lo que hace al cuerpo menos apto para ello.



Ética, Cuarta parte, Proposición 18, escolio.


Si dos individuos, por ejemplo, de una naturaleza exactamente idéntica, se unen entre sí, componen un individuo dos veces más poderoso que cada uno.



Ética, Segunda parte, Proposición 13, escolio.


Cuanto más apto es un cuerpo para hacer o padecer más cosas a la vez, más apta que las demás es su alma para percibir a la vez más cosas. Y cuanto más dependen de él solo las acciones de un cuerpo, y menos concurren con él en su acción otros cuerpos, tanto más apta para entender distintamente es su alma. Y a partir de esto podemos conocer la superioridad de un alma sobre las demás, y ver también la causa de que no tengamos más que un conocimiento muy confuso de nuestro cuerpo (…).



Ética, Quinta parte, Proposición 6, demostración.


El alma entiende que todas las cosas son necesarias y que están determinadas a existir y a obrar por una conexión infinita de causas. Y, por tanto, en este sentido, hace que padezca menos por los afectos que surgen de ellas, y que se sienta menos afectada hacia ellas.



Ética, Cuarta parte, Prólogo.


Aquel ser eterno e infinito, que llamamos Dios o Naturaleza, actúa con la misma necesidad con que existe.



Ética, Cuarta parte, Proposición 28, demostración.


La virtud del alma es, pues, entender. (…) El objeto supremo que el alma puede entender es Dios.



Ética, Quinta parte, Proposición 24.


Cuanto más entendemos las cosas singulares, más entendemos a Dios.



Ética, Quinta parte, Proposición 18, demostración.


La idea de Dios, que hay en nosotros, es adecuada y perfecta; y, por tanto, en cuanto que contemplamos a Dios, actuamos. Por consiguiente, no puede existir ninguna tristeza, acompañada de la idea de Dios, esto es, nadie puede tener odio a Dios.



Ética, Quinta parte, Proposición 15.


Quien se conoce clara y distintamente a sí mismo y a sus afectos, ama a Dios, y tanto más cuanto más se entiende a sí mismo y a sus afectos.



Ética, Quinta parte, Proposición 36.


El amor intelectual del alma a Dios es el mismo amor de Dios, con el que Dios se ama a sí mismo, no en cuanto que es infinito, sino en cuanto que puede explicarse por la esencia del alma humana, considerada bajo una especie de eternidad. Es decir, que el amor intelectual del alma a Dios es parte del amor infinito con que Dios se ama a sí mismo.



Ética, Quinta parte, Proposición 36, escolio.


Entendemos claramente en qué consiste nuestra salvación o felicidad o libertad, a saber, en el amor constante y eterno a Dios, o sea, en el amor de Dios a los hombres.



Ética, Quinta parte, Proposición 36, escolio.


No sin razón en los libros sagrados este amor se llama gloria. Pues, ya se refiera a Dios ya al alma, este amor se puede denominar correctamente tranquilidad del ánimo, la cual no se distingue realmente de la gloria.



Ética, Quinta parte, Proposición 42, demostración.


Cuanto más goza el alma de este amor divino o felicidad, más entiende, esto es, mayor poder tiene sobre los afectos y menos padece de los afectos que son malos.



Ética, Cuarta parte, Proposición 67.


El hombre libre en ninguna cosa piensa menos que en la muerte.



Ética, Quinta parte, Proposición 23.


El alma humana no puede ser totalmente destruida con el cuerpo, sino que permanece algo de ella que es eterno.



Ética, Quinta parte, Proposición 34, escolio.


Si atendemos a la opinión del común de los hombres, veremos que ellos son sin duda conscientes de la eternidad de su alma; pero que ellos la confunden con la duración y la atribuyen a la imaginación, o sea, a la memoria que creen que permanece después de la muerte.



Ética, Quinta parte, Proposición 29, demostración.


La eternidad no se puede explicar por la duración.



Ética, Segunda parte, Definición 5.


Duración es la continuidad indefinida de la existencia.



Ética, Primera parte, Definición 8.


Por eternidad entiendo la existencia misma, en cuanto se concibe que se sigue necesariamente de la sola definición de una cosa eterna.


Explicación


Pues tal existencia se concibe como una verdad eterna, lo mismo que la esencia de la cosa; y, por tanto, no se puede explicar por la duración o el tiempo, aunque se conciba que la duración carece de principio y de fin.



Ética, Quinta parte, Proposición 23, escolio.


Sentimos y experimentamos que (…) somos eternos.


Bibliografía


Fuentes de Spinoza


Spinoza publicó en vida sólo dos libros: los Principios de la filosofía de Descartes (1663) y el Tratado teológico-político (1670).

También había escrito el Tratado de la reforma del entendimiento (probablemente en 1661), el Tratado breve (entre 1650 y 1660), la Ética (entre 1661 y 1675), el Tratado político (entre 1675 y 1677), un Compendio de gramática hebraica y dos textos breves, el Tratado sobre el arco iris y el Cálculo de probabilidades, en fechas inciertas, y finalmente, de 1661 a 1676, alrededor de 50 cartas conocidas hasta ahora, de muy diversa índole.

Las dos grandes ediciones de la obra póstuma son las de Johannes van Vloten y Jan Pieter Land (1882-1884) y la de Carl Gebhardt (1925). Recurrimos a esta última para traducir los primeros textos que aparecen en la Antología.

Las principales traducciones al español de la Ética son la de Atilano Domínguez (Madrid, Trotta, 2000), que es la que seguimos en la Antología, la de Vidal Peña (Madrid, Editora Nacional, 1984) y la recientemente editada de Mario Caimi y Jimena Palacios (Buenos Aires, Colihue, 2022), sin duda destinada a volverse la edición de referencia para todo el mundo hispanoparlante.

Para la correspondencia, se puede consultar la traducción de Atilano Domínguez (Madrid, Alianza, 1988), también utilizada en la Antología.



Estudios


Carl Gebardt

Spinoza

Buenos Aires, Losada, 1940


Martial Guéroult

Spinoza I. De Dieu

París, Aubier, 1968


Alexandre Matheron

Individu et communauté chez Spinoza

París, Minuit, 1969


Pierre-François Moreau

L’expérience et l’éternité

París, Presses Universitaires de France, 1994


Harry Wolfson

The philosophy of Spinoza

Cambridge, Harvard University Press, 1934


Ferdinand Alquié

Le rationalisme de Spinoza

París, Presses Universitaires de France, 1981


Marilena Chaui

La nervura de lo real

México, Fondo de Cultura Económica, 2019


Diana Cohen Agrest

El suicidio: deseo imposible. O la paradoja de la muerte voluntaria en la filosofía de Baruj Spinoza

Buenos Aires, Ediciones del Signo, 2003


Victor Delbos

Le spinozisme

París, Vrin, 2005


Gilles Deleuze

Spinoza. Filosofía práctica

Barcelona, Tusquets, 2001 [1981]


Stuart Hampshire

Spinoza

Madrid, Alianza, 1982 [1951]


Chantal Jaquet

Sub specie aeternitatis. Étude des concepts de temps, durée et éternité chez Spinoza

París, Kimé, 1997


Pierre Macherey

Introduction à l’Éthique de Spinoza

5 volúmenes

París, Presses Universitaires de France, 1994-1998


Leiser Madanes

El árbitro arbitrario. Hobbes, Spinoza y la libertad de expresión

Buenos Aires, Eudeba, 2001


Diego Tatián

Spinoza. Una introducción

Buenos Aires, Quadrata, 2009