Selección de textos



Ética, Tercera parte, Proposición 15.


Cualquier cosa puede ser, por accidente, causa de alegría, tristeza o deseo.



Ética, Tercera parte, Definición 3, Aclaración.


Si pudiéramos ser causa adecuada de alguna de estas afecciones, entonces por afecto entiendo una acción; y en otro caso, una pasión.



Ética, Tercera parte, Definición 1.


Llamo causa adecuada a aquello cuyo efecto puede ser percibido clara y distintamente por ella misma. Llamo, en cambio, inadecuada o parcial a aquello cuyo efecto no puede ser entendido por ella sola.



Ética, Tercera parte, Definición 2.


Digo que nosotros actuamos, cuando en nosotros o fuera de nosotros se produce algo de lo que somos causa adecuada, esto es, cuando de nuestra naturaleza se sigue algo, en nosotros o fuera de nosotros, que puede ser entendido clara y distintamente por ella sola. Y, al contrario, digo que padecemos, cuando en nosotros se produce algo o de nuestra naturaleza se sigue algo, de lo que no somos causa sino parcial.



Ética, Cuarta parte, Apéndice, capítulo 3.


Nuestras acciones, esto es, aquellos deseos que se definen por la potencia del hombre, o sea por la razón, son siempre buenas; en cambio, los demás pueden ser tanto buenos como malos.



Ética, Cuarta parte, Definición 1.


Por bien entenderé aquello que sabemos con certeza que nos es útil.



Ética, Cuarta parte, Definición 2.


Por mal, en cambio, lo que sabemos con certeza que nos impide poseer algún bien.



Ética, Cuarta parte, Proposición 19.


En virtud de las leyes de su naturaleza, cada uno apetece o rechaza necesariamente lo que juzga que es bueno o malo.



Ética, Tercera parte, Proposición 9, escolio.


No nos esforzamos, queremos, apetecemos ni deseamos algo porque juzgamos que es bueno, sino que, por el contrario, juzgamos que algo es bueno, porque nos esforzamos por ello, lo queremos, apetecemos y deseamos.



Ética, Cuarta parte, Proposición 41.


La alegría no es directamente mala, sino buena; en cambio, la tristeza es directamente mala.



Ética, Cuarta parte, Proposición 45


El odio nunca puede ser bueno.



Ética, Cuarta parte, Apéndice, capítulo 30.


Son (…) buenas todas aquellas cosas que traen alegría.



Ética, Cuarta parte, Apéndice, capítulo 6.


Como todas las cosas de las que el hombre es causa eficiente, son necesariamente buenas, nada malo puede suceder al hombre, si no es por las causas exteriores; es decir, en cuanto que es una parte de la naturaleza total, a cuyas leyes la naturaleza humana está forzada a obedecer y a la cual tiene que acomodarse de modos casi infinitos.



Ética, Tercera parte, Proposición 6, demostración.


Ninguna cosa tiene en ella algo por lo que pueda ser destruida o que suprima su existencia; sino que, por el contrario, se opone a todo lo que puede suprimir su existencia.



Ética, Tercera parte, Proposición 4.


Ninguna cosa puede ser destruida sino por una causa exterior.



Ética, Tercera parte, Definiciones de los afectos, definición 1.


El deseo es la misma esencia del hombre.



Ética, Tercera parte, Proposición 9, escolio.


El deseo es el apetito con la consciencia del mismo.



Ética, Tercera parte, Proposición 11.


La idea que excluye la existencia de nuestro cuerpo no puede darse en nuestra alma, sino que le es contraria.


Demostración


Todo lo que puede destruir nuestro cuerpo, no puede darse en él. Y, por tanto, (…) la idea de aquella cosa no se puede dar en nuestra alma. Por el contrario, como lo primero que constituye la esencia de nuestra alma, es la idea de un cuerpo que existe en acto, lo primero y principal del conato de nuestra alma es afirmar la existencia de nuestro cuerpo. Y, por consiguiente, la idea que niega la existencia de nuestro cuerpo, es contraria a nuestra alma, etcétera.

Ética, Segunda parte, Proposición 49, escolio.

Quienes confunden la palabra con la idea o con la misma afirmación que la idea implica, piensan que pueden querer en contra de lo que sienten, cuando sólo con palabras afirman o niegan algo contra aquello que sienten.



Ética, Cuarta parte, Proposición 20, escolio.


Nadie, pues, deja de apetecer su utilidad o de conservar su ser, a menos que sea vencido por causas externas y contrarias a su naturaleza. Nadie, digo, rechaza los alimentos o se suicida por necesidad de su naturaleza, sino coaccionado por causas externas, lo cual puede suceder de muchas maneras. Y así, uno se suicida coaccionado por otro, que le retuerce la mano derecha con la que casualmente había cogido una espada, y le fuerza a dirigir la misma arma contra su corazón; o porque, como Séneca, es forzado por el mandato de un tirano a abrirse las venas, esto es, desea evitar un mal mayor con otro menos; o porque, en fin, causas exteriores ocultas disponen su imaginación y afectan su cuerpo de tal suerte que éste revista otra naturaleza, contraria a la anterior, y cuya idea no puede existir en el alma. Ahora bien, que el hombre se esfuerce, por una necesidad de su naturaleza, en no existir o en cambiarse en otra forma, es tan imposible como que de la nada surja algo, como cualquiera puede ver con un poco de meditación.



Ética, Cuarta parte, Proposición 4, corolario.


El hombre está siempre necesariamente sometido a las pasiones y sigue el orden común de la Naturaleza y lo obedece.



Ética, Segunda parte, Proposición 48.


En el alma no se da ninguna voluntad absoluta o libre, sino que el alma es determinada a querer esto o aquello por una causa, que también es determinada por otra, y ésta a su vez por otra, y así al infinito.



Ética, Primera parte, Proposición 28.


Cualquier cosa singular, o sea, toda cosa que es finita y tiene una existencia determinada, no puede existir ni ser determinada a obrar, si no es determinada a existir y a obrar por otra causa, que también es finita y tiene una existencia determinada; y esta causa, a su vez, tampoco puede existir y ser determinada a obrar, si no es determinada a existir y a obrar por otra, que también es finita y tiene una existencia determinada, y así al infinito.

Ética, Tercera parte, Cuarta parte, Proposición 2.

Nosotros padecemos en cuanto que somos una parte de la Naturaleza, que no puede ser concebida por sí misma y sin otras.



Ética, Tercera parte, Proposición 2, escolio.


Los hombres se creen libres por el único motivo de que son conscientes de sus acciones e ignorantes de las causas por las que son determinados.



Ética, Segunda parte, Proposición 59, escolio.


Somos agitados de múltiples maneras por las causas exteriores y (…) cual olas del mar agitadas por vientos contrarios, fluctuamos, sin conocer nuestra suerte ni nuestro destino.



Ética, Tercera parte, Cuarta parte, Prólogo.


A la impotencia humana de moderar y reprimir los afectos le llamo esclavitud; pues el hombre que está sometido a los afectos, no se pertenece a sí mismo, sino a la fortuna, de cuya potestad depende de tal suerte que muy a menudo, aun viendo lo que le es mejor, se ve forzado a seguir lo peor.



Ética, Tercera parte, Cuarta parte, Proposición 4.


No puede ser que el hombre no sea parte de la Naturaleza y que no pueda padecer ningún cambio, fuera de aquellos que puedan ser entendidos por su sola naturaleza y de los que él sea la causa adecuada.



Ética, Primera parte, Definición 7.


Se llamará libre aquella cosa que (…) se determina por sí sola a obrar. Necesaria, en cambio, o más bien coaccionada, aquella que es determinada por otra (…) a obrar según una razón cierta y determinada.


Bibliografía


Fuentes de Spinoza


Spinoza publicó en vida sólo dos libros: los Principios de la filosofía de Descartes (1663) y el Tratado teológico-político (1670).

También había escrito el Tratado de la reforma del entendimiento (probablemente en 1661), el Tratado breve (entre 1650 y 1660), la Ética (entre 1661 y 1675), el Tratado político (entre 1675 y 1677), un Compendio de gramática hebraica y dos textos breves, el Tratado sobre el arco iris y el Cálculo de probabilidades, en fechas inciertas, y finalmente, de 1661 a 1676, alrededor de 50 cartas conocidas hasta ahora, de muy diversa índole.

Las dos grandes ediciones de la obra póstuma son las de Johannes van Vloten y Jan Pieter Land (1882-1884) y la de Carl Gebhardt (1925). Recurrimos a esta última para traducir los primeros textos que aparecen en la Antología.

Las principales traducciones al español de la Ética son la de Atilano Domínguez (Madrid, Trotta, 2000), que es la que seguimos en la Antología, la de Vidal Peña (Madrid, Editora Nacional, 1984) y la recientemente editada de Mario Caimi y Jimena Palacios (Buenos Aires, Colihue, 2022), sin duda destinada a volverse la edición de referencia para todo el mundo hispanoparlante.

Para la correspondencia, se puede consultar la traducción de Atilano Domínguez (Madrid, Alianza, 1988), también utilizada en la Antología.



Estudios


Carl Gebardt

Spinoza

Buenos Aires, Losada, 1940


Martial Guéroult

Spinoza I. De Dieu

París, Aubier, 1968


Alexandre Matheron

Individu et communauté chez Spinoza

París, Minuit, 1969


Pierre-François Moreau

L’expérience et l’éternité

París, Presses Universitaires de France, 1994


Harry Wolfson

The philosophy of Spinoza

Cambridge, Harvard University Press, 1934


Ferdinand Alquié

Le rationalisme de Spinoza

París, Presses Universitaires de France, 1981


Marilena Chaui

La nervura de lo real

México, Fondo de Cultura Económica, 2019


Diana Cohen Agrest

El suicidio: deseo imposible. O la paradoja de la muerte voluntaria en la filosofía de Baruj Spinoza

Buenos Aires, Ediciones del Signo, 2003


Victor Delbos

Le spinozisme

París, Vrin, 2005


Gilles Deleuze

Spinoza. Filosofía práctica

Barcelona, Tusquets, 2001 [1981]


Stuart Hampshire

Spinoza

Madrid, Alianza, 1982 [1951]


Chantal Jaquet

Sub specie aeternitatis. Étude des concepts de temps, durée et éternité chez Spinoza

París, Kimé, 1997


Pierre Macherey

Introduction à l’Éthique de Spinoza

5 volúmenes

París, Presses Universitaires de France, 1994-1998


Leiser Madanes

El árbitro arbitrario. Hobbes, Spinoza y la libertad de expresión

Buenos Aires, Eudeba, 2001


Diego Tatián

Spinoza. Una introducción

Buenos Aires, Quadrata, 2009